Marco teórico del proyecto

 Marco teórico:

“Los resultados del reciente estudio de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA, 2013) confirman que el alcohol sigue siendo la sustancia legal más consumida por los y las escolares; y si bien la edad promedio de iniciación es 13 años, la edad de inicio más baja de consumo se ubica en los 8 años. Uno de cada cuatro estudiantes, es decir el 25%, que declara haber consumido alcohol alguna vez en su vida se inició en la ingesta de alcohol entre los 8 y los 11 años. Sin embargo, el 50% de los bebedores escolares comenzaron la ingesta cuando tenían entre 12 y 14 años. Por otro lado, del 40.5% (900,000) de escolares encuestados que informan haber probado alguna droga legal, sea alcohol o tabaco, el 23.3% admite que lo hizo en el último año y el 12.3% en el último mes antes de la encuesta. En la Tabla 1 se presentan los indicadores de consumo de alcohol y otras drogas de abuso legales, ilegales y médicas” (UNODC, 2013)

La conducta de consumo de alcohol en los adolescentes y jóvenes está determinada en gran medida por el contexto interpersonal en el que se desenvuelven. El hecho de aceptar o rechazar el consumo de alcohol u otras drogas puede estar vinculado con todo un cúmulo de factores que engloban no sólo al propio individuo y sus características personales, sino también a todo lo que acontece en cada uno de los contextos donde se desarrolla (González et al., 2004)

El consumo de drogas es una práctica antigua que se ha venido haciendo desde hace siglos; licores, plantas, sustancias, siempre tuvieron su lugar en fiestas o rituales de todas las naturalezas y no parece raro que esto se replique hasta el día de hoy. Pero lo que sí es relativamente reciente fue el caer en la cuenta de que algunas de estas sustancias y sus consumidores podían llegar a representar un problema para la sociedad y quienes la regulan. Cuando esto llega a pasar el asunto para los grupos de poder y mandatarios pasa a ser la búsqueda de medidas que sean capaces de controlar y poner atajos la erradicación de esta “amenaza”, (Felipe Ghiardo, 2003).

A raíz de esto surge la distinción de las drogas en dos amplios grupos, las legales y las ilegales, las primeras siendo permitidas para recreación o uso médico, con ciertas reglas para su distribución y consumo, mientras que las segundas se hallan restringidas, aunque puedan ser usadas de forma medicinal o su distribución pueda ser regulada. La problemática surge con el segundo grupo ¿cómo se evita que la droga indeseada se apodere de la ciudadanía? ¿Se usa únicamente la prohibición y el castigo? A simple vista podría parecer la opción más simple, pero el desgaste que conlleva y la facilidad de acarrear más problemas que soluciones termina por descartarla como mejor alternativa, tal como ocurrió con la fallida Ley seca en Estados Unidos durante la década de 1920, la cual sólo produjo un aumento en el crimen organizado y el auge de las mafias, con un total aproximado de 300000 muertes violentas como consecuencia de la guerra de los gángster (2008, Antonio Ignacio Cela Ranilla)

En este caso, si castigar queda como la última consecuencia es necesario crear un plan que evite llegar a este punto, y es ahí cuando entre en escena la idea de la prevención, la cual podría verse como “la estrategia que los analistas internacionales del problema comenzaron a promover (…) sobre todo cuando se hicieron evidentes la incapacidad para ganar esta «guerra» declarada contra el mercado de drogas ilegales.” (Felipe Ghiardo, 2003)

Es necesario preguntarse ¿cuándo es el momento perfecto para intervenir y prevenir? Si bien se solía pensar que la adolescencia era un momento saludable y seguro, lo cierto es que es cuando el sujeto se encuentra más frágil y expuesto, según se afirma aquí; En los últimos años se vienen presentando evidencias contrarias a esta consideración (la juventud como sana e inocente), particularmente debido a comportamientos de riesgo a la salud que se diseminaron con la vida moderna (Ever Agustín Osorio RebolledoI; Neris Marina Ortega de MedinaII; Sandra Cristina Pillon, 2004).

Además no hay que olvidar que la etapa que empieza desde la pubertad es una terriblemente vertiginosa y llena de transformaciones drásticas, lo que los volvería más propensos a caer en una u otra actividad, dicho de otra manera; Los adolescentes constituyen el grupo de la población más expuesto al riesgo de uso de drogas y esto es debido a la conjugación de varios factores, como la rapidez y la magnitud de los cambios que sufren en esa etapa de la vida y sus consecuentes conflictos emocionales, a los que se suman la dificultad para adaptarse a dichos cambios y la influencia creciente del medio y de personas ajenas a la familia en su comportamiento y decisiones (Ever Agustín Osorio RebolledoI; Neris Marina Ortega de MedinaII; Sandra Cristina Pillon, 2004.

Pero no es algo tan sencillo como puede sonar, llegar a los jóvenes con discursos sobre el riesgo y las consecuencias de las drogas no basta para verdaderamente prevenir su consumo, En este sentido, la prevención significa abrir espacios —físicos y simbólicos— para que la comunidad se construya en el encuentro, se rompan estas barreras en una integración que se viva y se sienta (Felipe Ghiardo, 2003).

En primera instancia hay que detenerse a analizar el entorno que rodea a ese muchacho, quiénes son sus amigos o quiénes son sus padres, cómo es su barrio, sus hábitos, los lugares que visita, y entender que algunos serán más propensos que otros a caer en estas adicciones, un muchacho con factores de riesgo podría tener gran rendimiento, no tener drama alguno con sus familias, con quienes puede compartir de forma amorosa, y solamente tener amigos poco convenientes. O por el contrario, tener amistades perfectamente sanas y ser gran estudiante, teniendo los verdaderos problemas en casa con su familia, aumentando sus posibilidades de consumir drogas lícitas o ilícitas (Ever Agustín Osorio RebolledoI; Neris Marina Ortega de MedinaII; Sandra Cristina Pillon, 2004).

Luego se debe ir con un método adecuado, no se puede simplemente colgar un afiche o dar una charla, tiene que ser todo un proceso de Educación y de formación, tiene que ser una reflexión profunda que cale hondo en ellos. Para esta última instancia los colegios son uno de los principales vehículos que puede ayudar a dar con esto.

Para implementar la prevención primero se debe comprender que no todos los estudiantes viven en entornos iguales, y que hay diversos factores que podrían propiciar o disuadir el consumo temprano de sustancias peligrosas, diversos autores han destacado la relación que el consumo de drogas en la adolescencia tiene con los tres principales ámbitos de la vida del adolescente: la familia, el grupo de iguales y la escuela (Barca, Otero, Mirón y Santorum, 1986; Sutherland y Shepherd, 2001).

Es bien sabido que la familia, y en especial los padres, cumplen un rol fundamental en la formación de un niño, sus valores, hábitos y costumbres, es por ello que la postura que los familiares tengan ante el consumo de drogas (legales o no) puede determinar la forma en la que el menor reaccione ante ellas en el futuro.

Según un estudio sobre el consumo de alcohol en adolescentes y el papel de los padres en esto, los hijos de padres que consumían alcohol regularmente eran quienes presentaban mayores índices de ingesta de bebidas alcohólicas; se han detectado en todos los casos diferencias entre los grupos, con un nivel de significación elevado, de manera que los adolescentes que más consumen, pertenecen a familias en las que el consumo alcohólico es habitual (Javier Pons Diez, 1998).

Sumado a ello está el hecho de que una supervisión afectuosa y cercana de las figuras paternas sobre el muchacho o muchacha puede evitar que caiga en conductas autodestructivas, como señala el siguiente fragmento:

Según nuestros resultados, los chicos y chicas que percibieron mayor afecto/apoyo y supervisión/control por parte de sus padres, se implicaron en menos conductas de riesgo asociadas al consumo de drogas; es decir, el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas fue menor, y se embriagaron menos que aquellos chicos y chicas que percibieron menos afecto/apoyo y supervisión/control parental (José Luis Martínez Álvarez, Antonio Fuertes Martín, Maribel Ramos Vergeles y Amparo Hernández Martín, 2003).

Por ello la constante participación de los padres en la prevención es vital, debe ser de forma activa y a lo largo de toda la crianza.

Luego está el grupo de amigos, en especial durante la adolescencia es cuando el individuo necesita sentir que pertenece a algún sitio, sentir que encaja, esto lo puede volver especialmente propenso a realizar ciertas conductas no del todo sujetas a sus propios principios, en otras palabras; El joven en proceso de definir su identidad personal y sexual intenta parecerse al grupo al que desea pertenecer. Esto hace al adolescente particularmente susceptible a influencias positivas y negativas que moldean su conducta (Pedro Delgado, 2014)

Y para aquellos jóvenes que se ven rodeados por grupos que practican el consumo de sustancias dañinas, es muy probable que terminen siguiendo estas conductas por desear encajar con la manada, tal como se señala aquí; (…) uno de los factores de riesgo para que una persona se inicie en el consumo de una sustancia riesgosa o dañina a su salud, lo constituye la pertenencia a un grupo social donde la mayoría del grupo la consume. De manera explícita o implícita, el grupo presiona a sus integrantes para que consuman (Pedro Delgado, 2014).

La mejor manera para evitar que los menores ingresen en el mundo de las adicciones es cuidar las amistades que los rodean, buscando generar grupos sanos y que generen impactos positivos entre ellos.

Por último, pero no menos importante está la escuela, que tiene enorme influencia en la manera que se desarrollará el niño y en la clase de adulto que se convertirá, pues el lugar en el que aprenderá a desenvolverse socialmente, construirá gran parte de su autoestima y aprenderá valores. Así pues, muchos investigadores han considerado a las vivencias en el marco escolar como factores de alto interés para explicar los “desajustes” en el desarrollo social (María Angeles Luengo Martín, Estrella Romero Tamames, José Antonio Gómez Fragüela, Antonio Guerra López, Manuel Lence Pereiro, 1999).

El más reciente informe entregado por La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), titulado “Education at a Glance 2017”, deja a Chile entre los tres países con jornadas escolares más extensas en Latinoamérica, solo superado por Costa Rica y Colombia (Guerrero, 2017), esto significa que el tiempo que el alumno pasa en la escuela es significativo y por lo tanto podría ser aprovechado para orientarlo de la mejor manera posible. 

¿De qué forma es mejor aplicar la prevención en los chicos y chicas? Existen varias opciones, a continuación, se muestran algunas alternativas y sugerencias:

La revisión de los diversos programas de prevención exitosos en cada uno de los tipos de conductas de riesgo, lleva a definir algunos comunes denominadores, tales como: la atención individualizada e intensiva, los programas colaborativos comunitarios, la identificación y tratamiento precoces, la focalización en los sistemas escolares, la previsión de programas comunitarios para los adolescentes fuera del sector formal de educación, la necesidad de capacitación de los profesionales que trabajan en ellos (profesores, médicos, psicólogos, enfermeros, asistentes sociales, etc.), el entrenamiento en habilidades sociales, la incorporación de los pares en la prevención, la conexión con el mundo laboral (en el caso de los adolescentes mayores), y la incorporación de la familia en estos programas preventivos. (María de los Ángeles Páramo, 2011).

Ya para concluir, recalcar que la prevención del consumo de drogas es un tema que se tiene que atender de manera activa y con la participación de todas las partes (profesores, alumnos, apoderados), no quedándose en un tema de mural sino que haciendo campañas que integren la perspectiva de todos los involucrados, si se hace de forma óptima e integra es muy posible obtener resultados alentadores.


Aquí se encuentra adjunto una tabla que muestra las drogas que son consumidas por los adolescentes y la edad promedio en la que la consumen:


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